Durante unos cuantos años y con una frecuencia mensual, mis padres nos cargaban, a mis hermanos y a mí, al asiento de atrás de la Renault 12 break y viajábamos unos cuatrocientos kilómetros hasta Los Surgentes (Córdoba), donde vivían mis abuelos, tíos y primos. Recuerdo que más de una vez mi padre paraba a cargar nafta en el último pueblo de Córdoba o de Buenos Aires, antes de cruzar la frontera con Santa Fe, para evitar tener que cargar el alcoholnafta, que era la nafta cortada con alcohol etílico derivado de la caña de azúcar. Por entonces, Santa Fe se había adherido al denominado Plan Alcoholnafta promovido por la Secretaría de Energía de la Nación y que buscaba sobre todo aprovechar los excedentes en la producción de caña de azúcar que no podían ubicarse en los mercados internacionales.
Nunca supe si era justificado semejante celo de mi padre al cuidado de las entrañas de la break (él decía que el alcoholnafta ensuciaba y arruinaba el motor). Lo cierto es que el alcoholnafta tampoco duró mucho y que luego, y por unos cuantos años, no escuché más nada sobre cosa semejante.
Quince o veinte años después los medios empiezan a hablar de los biocombustibles (palabra que gracias al cielo reemplazó a la impronunciable alcoholnafta). Se dice que es la alternativa sustentable frente a las fuentes de energía de origen fósil (petróleo y gas). Se dice que Estados Unidos está fomentando fuertemente su producción como un modo de enfrentar la escasez de hidrocarburos con la que, por distintas causas, se encontraría en los próximos años. Se dice también que, cuando acá el asunto de mezclar nafta y el alcohol de la caña de azúcar se fue olvidando (el azúcar volvió a tener un buen precio internacional y, además, teníamos reservas de petróleo para rato) en Brasil se dieron cuenta de que les servía para amortiguar la dependencia que tenía del petróleo que tenían que importar, y lo adoptaron como política a largo plazo, acompañándola con la producción de automóviles con motores especialmente preparados para esta clase de combustibles.
En Argentina, la reacción frente al auge que por entonces produjo el tema de los biocombustibles y la intención de "no dejar pasar la oportunidad" se vieron plasmadas en 2006 con la sanción de la ley 26.093, que crea el "Régimen de Promoción para la Producción y Uso Sustentables de Biocombustibles".
Nunca supe si era justificado semejante celo de mi padre al cuidado de las entrañas de la break (él decía que el alcoholnafta ensuciaba y arruinaba el motor). Lo cierto es que el alcoholnafta tampoco duró mucho y que luego, y por unos cuantos años, no escuché más nada sobre cosa semejante.
Quince o veinte años después los medios empiezan a hablar de los biocombustibles (palabra que gracias al cielo reemplazó a la impronunciable alcoholnafta). Se dice que es la alternativa sustentable frente a las fuentes de energía de origen fósil (petróleo y gas). Se dice que Estados Unidos está fomentando fuertemente su producción como un modo de enfrentar la escasez de hidrocarburos con la que, por distintas causas, se encontraría en los próximos años. Se dice también que, cuando acá el asunto de mezclar nafta y el alcohol de la caña de azúcar se fue olvidando (el azúcar volvió a tener un buen precio internacional y, además, teníamos reservas de petróleo para rato) en Brasil se dieron cuenta de que les servía para amortiguar la dependencia que tenía del petróleo que tenían que importar, y lo adoptaron como política a largo plazo, acompañándola con la producción de automóviles con motores especialmente preparados para esta clase de combustibles.
En Argentina, la reacción frente al auge que por entonces produjo el tema de los biocombustibles y la intención de "no dejar pasar la oportunidad" se vieron plasmadas en 2006 con la sanción de la ley 26.093, que crea el "Régimen de Promoción para la Producción y Uso Sustentables de Biocombustibles".
Los aspectos principales del régimen establecido por esta ley y su decreto reglamentario son los siguientes:
- dispone que para 2010, toda la nafta y el gasoil que se comercialicen en el país deberá contener como mínimo un 5% de bioetanol y biodiesel, respectivamente.
- ofrece una serie de beneficios (principalmente fiscales) para la radicación de plantas de producción de biocombustibles, siempre que cumplan con ciertos requisitos (entre los que no podía faltar la inscripción en un registro). Estos beneficios son otorgados sobre la base de un cupo fiscal administrado por el Poder Ejecutivo Nacional.
- crea una autoridad de aplicación encargada de otorgar las habilitaciones a las plantas que fabriquen biocombustibles, controlar el cumplimiento de los requisitos y administrar el cupo para la concesión de los beneficios fiscales, y en general ejercer el contralor sobre todos los aspectos de la producción y comercialización de los biocombustibles.
Como era de esperar por la preponderancia de la soja frente a otros cultivos, en nuestro país los primeros movimientos de inversiones se registraron en la producción del biodiesel. Hoy existen trece plantas de fabricación (de diferentes dimensiones) en funcionamiento y hay otras tantas con inauguración proyectada para los próximos dos años. Sin embargo, pese a la gran demanda de diesel que existe (y que se irá incrementando) en Argentina, por ahora los cañones apuntan principalmente al mercado externo. Mientras tanto, la industria reclama una modificación en el sistema creado por la ley 26.093 que haga más atractiva la producción para el mercado interno.
Finalmente, existen importantes cuestionamientos respecto de la capacidad de los biocombustibles para constituirse en una solución realmente conveniente frente a los problemas que la escasez y el precio del petróleo plantean. Por un lado algunos científicos rechazan que este tipo de energía pueda llegar a contribuir del modo anunciado para paliar los efectos del calentamiento global. Y también se habla de la incidencia negativa que su producción puede llegar a tener sobre los precios de los productos alimenticios, teniendo en cuenta que las tasas de crecimiento de la población mundial hacen prever un crecimiento sostenido en la demanda de alimentos.